martes, 30 de septiembre de 2008

Cardiopatías


La gran incidencia de enfermedades cardiacas congénitas en las personas con SD merece una atención especial. Aproximadamente uno de cada dos de estos niños nace con una cardiopatía. Como ya hemos expuesto, la más común es la del canal auriculoventricular (antes cojines endocárdicos) que consiste en un defecto de formación de los tabiques que separan las aurículas y los ventrículos. Los síntomas que se deducen de ello son pérdida del apetito, dificultades respiratorias, retraso en el crecimiento y un cansancio constante. Este tipo de malformación cardiaca puede ser parcial o total pero, tanto en uno como en otro caso, es conveniente la intervención quirúrgica.
El segundo problema cardiovascular más frecuente es el tabique ventricular defectuoso o comunicación interventricular aislada, por el hecho de que en la pared existe un agujero que comunica ambos ventrículos. De acuerdo con el tamaño del agujero y una vez valorado el estado físico global del niño, el cardiólogo indicará si necesita tratamiento quirúrgico. En algunos casos, el agujero es pequeño y puede ser que disminuya durante el primer año de vida y se cierre espontáneamente. En cualquier caso, el cardiólogo seguirá muy de cerca la afección, puesto que, además de favorecer otros síntomas, predispone a la hipertensión pulmonar.
Pueden sobrevenir otras afecciones cardiacas como el conducto arterioso y la tetralogía de Fallot.
Algunas de estas cardiopatías se pueden detectar precozmente mediante un examen físico, electrocardiograma o radiografía de tórax, pero la diagnosis diferencial y exacta sólo es posible con técnicas ultrasónicas y/o con un cateterismo. A causa del gran número de personas con SD que tienen estas malformaciones que atentan peligrosamente contra su vida, una medida preventiva esencial es la exploración cardiovascular minuciosa durante el periodo neonatal (electrocardiograma y examen ultrasónico), seguida de unos controles periódicos que se efectuarán hasta que el niño tenga seis años, ya que es posible que una cardiopatía congénita importante no se detecte clínicamente ni por exploración en los primeros días de vida.
El tratamiento de las afecciones cardiacas puede ser farmacológico y/o quirúrgico. En la mayoría de casos graves el tratamiento médico es insuficiente, ya que los resultados son temporales; se suele utilizar hasta que llega el momento en que el cardiólogo infantil considera oportuno operar al niño.

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